A PROPÓSITO DEL LIBRO:ALBERTO PRIETO ARCINIEGA,
LA ANTIGÜEDAD A TRAVÉS DEL CINE,
UNIVERSIDAD DE BARCELONA,
BARCELONA, 2010, 310 PÁGINAS

About the book: Alberto Prieto Arciniega, La Antigüedad a través del cine,
Universidad de Barcelona, Barcelona, 2010, 310 pages

Dr. Óscar Lapeña Marchena
Historiador del Cine
Cádiz

Recibido el 10 de Septiembre de 2011
Aceptado el 20 de Septiembre de 2011

La Antigüedad a través del cine es el volumen decimocuarto de la prestigiosa colección Film-Historia de la Universidad de Barcelona. A lo largo de sus páginas, su autor, Alberto Prieto Arciniega, catedrático de Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Barcelona, reúne un total de diecisiete trabajos realizados desde el año 2004 acerca de las relaciones entre el cine y la historia. El carácter recopilatorio lo convierte, en cierta medida, en una continuación de su libro La Antigüedad Filmada (Madrid 2004), que recogía sus primeros trabajos sobre el tema. Aunque no se trata de una simple continuación, ya que, como el propio autor afirma, en este nuevo libro se ha ocupado más de establecer las relaciones pasado-presente para entender en toda su dimensión el mensaje que las películas transmiten a sus espectadores.

Los diecisiete trabajos ahora recopilados ofrecen al lector una abundante cantidad de información junto a una exhaustiva y actualizada bibliografía sobre el tema a la que de otro modo se tendría difícil acceso, ya que se trata originariamente de publicaciones en congresos, libros homenajes o revistas especializadas.

Los capítulos abordan, dentro del marco general de la interacción entre cine e historia y de cómo reescribimos el pasado desde el presente, temas muy variados: ya sea el análisis de películas concretas – caso de “Troy” (W. Petersen, USA 2004) o de “Fellini-Satyricon” (F. Fellini, Italia / Francia 1969) -, personajes de la antigüedad y su tratamiento cinematográfico – Sócrates, Alejandro Magno-, asuntos de género – Penélope, la muerte y la mujer-,  episodios destacados del Mundo Antiguo, como la batalla de Maratón, el desfiladero de las Termópilas o la segunda Guerra Púnica, instituciones como la esclavitud o la reelaboración de trabajos precedentes, como el dedicado a la película “Amaya” (L. Marquina, España 1952).

A la hora de ir analizando de modo exhaustivo las diferentes películas, el autor sitúa en el adecuado contexto histórico cada una de las producciones, subrayando la idea de que en realidad las películas hablan del presente a través de una visión muy concreta de la Antigüedad. Ejemplos de ello se pueden encontrar en las nada veladas referencias al McCarthysmo en “Spartacus” (S. Kubrick, USA 1960), o las alusiones a la Guerra Fría y a la amenaza soviética sobre Occidente en “Alexander the Great” (R. Rossen, USA 1953), o también mediante la recreación de los vascos del siglo VII puestos al servicio de la propaganda franquista en “Amaya” para articular y transmitir la idea oficial del Régimen de que la España moderna surgió de la lucha que vascos y godos emprendieron juntos contra un triple enemigo: el islam, el judaísmo y los últimos vestigios del paganismo. Una cruzada libertadora que se presentaba como un precedente de los acontecimientos de 1936 en donde nuevamente España debía hacer frente a nuevas amenazas también llegadas del exterior.

Una Antigüedad adaptada en ocasiones a las demandas del público actual o amoldada a las exigencias de determinados valores de la sociedad contemporánea. Las películas de animación realizadas por la factoría Disney, en especial su particular revisión del mito de Hércules en la película homónima realizada en 1997 y también el film “Troy”, son buenos ejemplos de ello. Más allá del anacronismo o del error histórico se trata de transformaciones y alteraciones conscientes cuyo objetivo es adaptar el producto al mercado, convertir las imágenes en un medio a través del cual inculcar una serie de ideas nunca inocentes. Troya huérfana de dioses y Hércules reducido al triste papel de un aséptico precursor de los superhéroes del siglo XX dedicados en exclusiva a la restauración del orden establecido ilustran estas ideas.

Una parte significativa de los trabajos, cinco en total, abordan el tema de la visión cinematográfica de la esclavitud. Constituyen un grupo homogéneo de artículos que abordan la cuestión con coherencia y profundidad. Destaca Prieto que el cine muestra a los esclavos de los siglos XVIII y XIX como fuerza productiva, siendo la imagen más habitual las plantaciones en Estados Unidos o en Cuba. Sin embargo los esclavos del Mundo Antiguo, en especial los romanos no han recibido ese tratamiento. La esclavitud antigua, romana, ha sido para el cine, ante todo, una lacra social, una lamentable desviación de la cultura clásica pero nunca la base productiva de la sociedad, al menos durante algunos siglos.

El cine apenas ha mostrado al esclavo romano trabajando, salvo algunas excepciones. Las más conocidas pueden ser las minas de azufre en “Barabba” (R. Fleischer, Italia 1961), la cantera de “Spartacus” (S. Kubrick, USA 1960), o la construcción del acueducto en “Ponzio Pilato” (G. P. Callegari & I. Rapper, Italia / Francia 1962). Lo más habitual ha sido mostrar al esclavo desempeñando labores domésticas, como simple objeto decorativo, o bien destinado a satisfacer los caprichos sexuales de sus amos – en especial en producciones herederas de “Caligola” (B. Guccione, Italia / USA 1979) -, y sobre todo en tareas asociadas al universo de los espectáculos públicos de masas, y dentro de ellos especialmente el de los gladiadores.

De este modo, los espectáculos públicos, al igual que el esclavismo, aparecen en pantalla como un capricho cruel de la sociedad romana, al ignorarse todas sus vertientes cívicas y religiosas y mostrarse, y de modo sesgado, sólo su carácter cívico. Un espectáculo de masas protagonizado por improductivos esclavos para disfrute de una plebe igual de indolente.

Al separar el cine la esclavitud de la productividad, señala el autor, la primera aparece exclusivamente como una rémora moral que fue combatida y derrotada precisamente desde el punto de vista moral, otorgando al cristianismo un papel en la desaparición de la esclavitud que en realidad no tuvo.

El discurso cinematográfico ha privilegiado el binomio libertad / esclavitud y lo ha llevado a todos los periodos de la historia. Ignorando, en el caso de la Antigüedad, que existían diferentes categorías jurídicas de semi libertad o de dependencia muy extendidas en la sociedad. El paradigma de este modo de presentar al público la esclavitud antigua sería la del personaje de Maciste en “Cabiria” (G. Pastrone, Italia 1914): fiel a su amo hasta el punto de no liberarse – sus músculos se lo permitirían sin problemas -, hasta no recibir la orden precisa, aunque para ello tenga que esperar años atado a una rueda de molino.

Otro importante conjunto de trabajos tiene en común ocuparse de la civilización griega en el cine, o al menos de algunos de sus personajes y episodios históricos más significativos.

Se trata, concretamente, de siete capítulos dedicados a las figuras de Penélope, el filósofo Sócrates, Alejandro Magno, Hércules y a las ciudades de Atenas y Esparta en el siglo V a.C. Y aborda el análisis de películas tan diferentes entre sí como esa reflexión acerca del conocimiento como fue el “Socrate” (Italia / España / Francia, 1971), dirigido por Roberto Rossellini, en un ejemplo de su convencida apuesta del poder universal y didáctico de la televisión; a la superproducción de Hollywood como fue “Troy” (2004), un asedio hueco a la ciudad homérica envolviendo un discurso acerca del imperialismo contemporáneo que se rodó intentando aprovechar el éxito en taquilla de “Gladiator” (R. Scott, USA / Reino Unido,  2000); pasando por el “Hercules” (1997) de la factoría Disney, hasta llegar a las reflexiones personales sobre el poder, sus sombras, sus servidumbres y sus exigencias que componen “Alexander” (O. Stone, Alemania / USA / Holanda / Francia / Reino Unido / Italia, 2004), y culminando con el discurso maniqueo e infantil – que no inocente -, y con derivas antidemocráticas de “300” (Z. Snyder, USA, 2006).

Completan el volumen los capítulos dedicados a analizar, primero, el tratamiento cinematográfico que ha recibido la Segunda Guerra Púnica desde las primeras producciones italianas sobre el tema, pasando por “Scipione l´Africano” (C. Gallone, Italia 1937), la versión oficial según el fascismo italiano, para acabar con los pepla de los años sesenta. El siguiente trabajo, en sentido estricto el menos cinematográfico de todos, se ocupa del personaje de Asterix y sus aventuras en Hispania.

Y el libro concluye con la referencia a dos películas concretas; la primera se trata de “Fellini-Satyricon” (F. Fellini, Italia / Francia 1969), y en especial al análisis de la figura del liberto en el film, mientras que la segunda se ocupa de “Amaya” (L. Marquina, España 1953), una película ya abordada en otras oportunidades por el autor, pero ahora centrada en otros aspectos, como pueden ser las influencias literarias y operísticas de la misma y en cómo los acontecimientos de Hispania a comienzos del siglo VIII fueron puestos al servicio de la propaganda del régimen franquista.

La Antigüedad a través del cine aparece como un libro fundamental y que certifica la indiscutible importancia que tiene su autor en el marco de las investigaciones sobre la recepción cinematográfica de la Antigüedad. Y, al mismo tiempo, señala la fertilidad de los historiadores españoles en ese campo de estudios, perfectamente equiparable a los trabajos que se están realizando en Francia, Alemania o el mundo anglosajón.

 

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ISSN 1988-8848