A PROPÓSITO DEL LIBRO:
GLORIA CAMARERO, PINTORES EN EL CINE,
EDICIONES JC CLEMENTINE, MADRID, 2009

About the book: Gloria Camarero, Pintores en el cine,
Ediciones JC Clementine, Madrid, 2009

Dr. Óscar Lapeña Marchena
Historiador del Cine
Cádiz

Recibido el 10 de Febrero de 2011
Aceptado el 24 de Febrero de 2011

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Pintores en el cine, de la Doctora en Historia del Arte y profesora de la Universidad Carlos III de Madrid Gloria Camarero, ofrece un muy interesante recorrido a lo largo de quinientos años de tradición pictórica en occidente. El libro aborda la vida y la obra de diecinueve artistas, desde Miguel Ángel Buonarroti hasta Jean-Michel Basquiat, a través de treinta y tres películas de diversas nacionalidades (Inglaterra, España, Estados Unidos, Francia, Italia …).

Precisamente la elección de los títulos seleccionados constituye uno de los aciertos del libro. Las películas elegidas pertenecen a géneros diversos, aunque la mayoría –en especial las estadounidenses–, se inscriben dentro del biopic o biografía fílmica del personaje en el sentido más estricto del término.  Hay que destacar que algunos de los realizadores de las películas han mantenido estrechos contactos con el mundo de la pintura, ya sea mediante los estudios o dedicándose directamente a la labor creativa; es el caso, por ejemplo, de Peter Greenaway, Derek Jarman o Julien Schnabel.

El recorrido que se ofrece al lector se inicia en el Renacimiento italiano, prosigue por el Barroco y las vanguardias del XIX y el XX para concluir en los albores del siglo XXI; aunque se detiene especialmente en la vida y obra de dos pintores que han recibido un mayor tratamiento cinematográfico, Francisco de Goya y Vincent van Gogh.

Cada uno de los capítulos se inicia con una breve semblanza biográfica de los pintores seleccionados. En ella la autora facilita una considerable dosis de información no sólo acerca de los episodios fundamentales de la vida, sino también sobre el contexto histórico en el que se sitúa el pintor, además de abundantes detalles y características técnicas y estéticas de su obra. Hay que agradecer que la autora no se dedique a realizar comparaciones entre la vida “real” de los pintores y sus “vidas” cinematográficas a la búsqueda de ausencias, falsificaciones y aspectos comunes. Lejos de ello cada una de estas breves introducciones preparan al lector para entender mejor el contenido, el contexto histórico y la estética de cada una de las diversas películas.

El libro explora con precisión las relaciones entre la pintura y el cine y acaba siendo una profunda reflexión acerca de la creación artística y sobre la figura del artista. Los capítulos que componen la obra giran alrededor del creador y de cómo se desarrolla la labor de la creación.

Pues alrededor del creador y de cómo se desarrolla la labor de la creación giran los capítulos que componen la obra. Los capítulos parten de la pintura para acabar en el cine, aunque hay algunos ejemplos –caso de “Love is the devil. Study for a portrait of Francis Bacon” / “El amor es el demonio.  Estudio para un retrato de Francis Bacon” (J. Maybury, Reino Unido / Francia / Japón, 1998)–, en donde el lienzo y el celuloide se funden, y en donde la película queda convertida en un cúmulo de pinceladas que perviven sobre un nuevo soporte que garantiza su supervivencia y un mayor grado de conocimiento.

La selección de películas que se analizan contempla títulos tan emblemáticos como “Rembrandt” (A. Korda, Reino Unido 1936), “Lust for life” / “El loco del pelo rojo” (V. Minelli, USA 1956), o “The agony and the ecstasy” / “El tormento y el éxtasis” (C. Reed, USA / Italia 1965), que sentaron la base narrativa y formal de lo que sería el biopic en el cine de Hollywood.

Pero también contempla títulos independientes –“I shot Andy Warhol” /”Yo disparé a Andy Warhol” (M. Harron, USA / Reino Unido, 1996)–, experimentales –“Le mystère Picasso” / El misterio Picasso” (H-G. Clouzot, Francia 1956)–, en otras oportunidades se trata de cintas profundamente personales –“Nightwatching” / La ronda de noche” (P. Greenaway, Holanda / Canadá / Reino Unido / Francia / Polonia, 2007)–, comerciales –“Surviving Picasso” / “Sobrevivir a Picasso” (J. Ivory, USA 1996)–, o en algunos casos prácticamente desconocidos para el gran público –“El Greco” (I. Smaragdis, Grecia / España / Hungría, 2007).

A la hora de enfrentarse a este completo listado de películas la autora las disecciona como si fueran cuadros que analiza de manera minuciosa. La proliferación de valiosos detalles y acertados comentarios no hace que en ningún momento se pierda la necesaria visión de conjunto.

El libro incide en buena medida en cómo el cine ha mostrado y popularizado la figura del pintor, ofreciendo abundantes ejemplos de los diversos modos en que lo ha hecho. La manera más habitual ha sido la de mostrar al artista que eclipsa por completo al hombre; el artista total, aquel que vive su vida como si escribiera las páginas de su biografía. Sería el caso de títulos como “Gauguin the Savage” / “Gauguin el salvaje” (F. Cook, USA, TV, 1980), “Dalí” (A. Ribas, España 1991), o la ya citada “The agony and the ecstasy” / “El tormento y el éxtasis” (C. Reed, USA / Italia 1965).

Además, la gran pantalla ha privilegiado especialmente la imagen más tópica del pintor: un artista incomprendido en su momento, pero redimido por la pintura y por el paso del tiempo que acaba concediéndole la fama y la posteridad; y también el arte como tabla de salvación para huir de la acechante y cruel realidad.

Del mismo modo ha desarrollado en buena medida el personaje del artista maldito, el que acepta sin titubear, en nombre del arte en estado puro, la senda de la autodestrucción, ya sea a través de las drogas, el alcohol, la locura o los amores condenados de antemano al fracaso. Los ejemplos de este “malditismo” son ciertamente muy numerosos y centrados en la figura de pintores como Toulouse-Lautrec –“Moulin Rouge” (J. Huston, USA 1952)–, Amedeo Modigliani –“Modigliani” (M. Davis, USA / Francia / Alemania / Italia / Rumanía, / Reino Unido, 2004)–, Camille Claudel –“Camille Claudel” / “La pasión de Camille Claudel” (B. Nuytten, Francia 1988)–, o la mejicana Frida Kahlo –“Frida” (J. Taymor, USA / Canadá / Méjico, 2002).

En el cine, pues, no importa la vida si lo que al final perdura es el arte; en la pantalla el artista acepta todas las penurias de su existencia terrena en nombre de la fuerza irresistible de la creación que brota de su ser. Es decir, el cine potencia la construcción de un binomio vida versus arte excluyente y trágico.

La autora dedica especial atención, debido al interés que han despertado en el cine, a dos pintores concretos: Francisco de Goya y Vincent van Gogh. El artista aragonés ha despertado interés no sólo en el cine español. Las películas que se han ocupado de él han subrayado algunos aspectos muy concretos: la relación con la duquesa de Alba, y por extensión con toda la corte, un episodio circunscrito al cuadro de “La maja desnuda” –es lo que sucede, especialmente en la película “Volavérunt” (B. Luna, España / Francia, 1999); y también el aspecto político del personaje, sus postulados liberales y sus dudas ante el episodio de la invasión napoleónica.

Por su parte, el artista holandés es para el cine el pintor por antonomasia, la mezcla con las dosis idóneas de arte, locura y derrota final ante la vida, aunque luego la posteridad, y los caprichos del mercado del arte, pongan las cosas en su sitio.

Y precisamente a propósito del mercado del arte tratan y reflexionan los tres últimos capítulos del libro, dedicados a la vida y obra de Jackson Pollock –“Pollock” / “Pollock.  La vida de un creador” (E. Harris, USA, 2000)–, Andy Warhol –“I shot Andy Warhol” /”Yo disparé a Andy Warhol” (M. Harron, USA / Reino Unido, 1996)–, y Jean Michel Basquiat –“Basquiat” (J. Schnabel, USA, 1996). Resulta muy acertado el análisis de cómo Jackson Pollock fue convertido en el pintor que representaba los genuinos valores de los Estados Unidos durante los años más tensos de la Guerra Fría, y cómo fue recuperada su figura en el resurgir conservador de la era Reagan a finales del pasado siglo. De modo semejante se expone la obra del realizador británico Derek Jarman, y en concreto su peculiar visión de Caravaggio, como oposición a la política y a los valores que en los años del thatcherismo se iban extendiendo en el Reino Unido.

Dejando al margen algunas contadas y significativas excepciones  Pintores en el cine deja bien claro que la industria cinematográfica, especialmente la estadounidense, aborda la figura de los pintores siguiendo un esquema narrativo y formal bastante repetitivo que busca señalar aquellos aspectos más conocidos por el gran público o bien la vertiente de los personajes más escandalosas o morbosas. Como sucede en otros casos el cine suele reforzar la imagen generalizada que el público ya tiene a través de otros canales, ya sea de personajes concretos o de episodios históricos.

En definitiva, el libro de Gloria Camarero llena un hueco en la investigación española en el ámbito cinematográfico, explorando las relaciones del cine con otras disciplinas artísticas. Al mismo tiempo que consagra a su autora como uno de los puntos básicos de referencia de los estudios cinematográficos en nuestro país.

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ISSN 1988-8848