SIERRA DE TERUEL - ESPOIR (A. Malraux, 1945)

Man’s Hope (A. Malraux, 1945)

Lcdo. Francisco Javier Alonso Magaz

Historiador
Valladolid

Resumen. Esta película escasamente conocida es la única obra cinematográfica de André Malraux. Su compromiso claro con la causa republicana le hizo venir a España y el gobierno de la República le encomendó la realización de este film con un reconocible componente propagandístico. En él se intenta contraponer frente al fascismo, la lucha y la solidaridad del pueblo. La historia posterior de este film ha sido bastante azarosa, ya que no pudo terminarse por la toma de Barcelona y la posterior invasión alemana de Francia. A pesar de todo, hoy día está empezando a situarse en el lugar que le corresponde como consecuencia de ser una extraordinaria síntesis de documental y ficción.
Palabras clave. André Malraux, Guerra Civil Española, Sierra de Teruel, L’Espoir, Max Aub, Documental, Segunda República.

Abstract. This scarcely known film is the only great cinematographic André Malraux work.Clearly compromised with the Spanish republican faction, Malraux went to Spain during the Civil War and the Spanish republican government ordered him a movie with a recognisable propagandistic nature. The narrative tries to show the fight between fascism and the solidarity and resistance of the people. The movie’s life was very hazardous because the film shooting was interrupted after Barcelona was taken by Franco troops and later with the German occupation of France. Nevertheless, this film is finding today his place as an outstanding fictional and documental synthesis.
Keywords. André Malraux, Spanish Civil War, Sierra de Teruel, Man’s Hope, Max Aub, Documentary, Second Spanish Republic.

 

 

“La fuerza más grande de la revolución es la esperanza”
André Malrau
x.

A la hora de abordar el cine como documento histórico es importante remarcar el vínculo inevitable que desde su nacimiento se ha establecido entre el hecho cinematográfico y su relación con la Historia. El componente histórico de los textos fílmicos se manifiesta con tal fuerza que es necesario seguir profundizando en su estudio y conocimiento.
Como profesor de secundaria, y tras años de trabajo de búsqueda de un método útil de trabajo con la imagen dentro de mis asignaturas de ciencias sociales, defiendo que la sensibilidad educativa hacia el Arte debería fomentarse entre el alumnado durante las primeras etapas educativas, a lo largo de los últimos cursos de primaria, y ampliarse en secundaria a través del análisis de obras de arte incluidas, entre estas, obviamente, las narraciones fílmicas. La proyección de imágenes en las aulas y el aprendizaje de técnicas de análisis y estudio crítico sirven, sin duda, para potenciar el aprendizaje en valores y aumentar la capacidad de disfrute y comprensión de la imagen en movimiento. En el caso de las ciencias sociales, y reforzando las líneas maestras que se propone esta revista de cine, el estudio de Sierra de Teruel, dirigida por André Malraux, servirían a la perfección para poder conjugar esa intrínseca relación entre el texto fílmico y el contexto histórico.

Durante las primeras décadas del siglo XX el cine pasó de ser un invento más, de los muchos que se produjeron en las décadas posteriores, a adquirir la categoría de arte. La llegada del sonoro concedió al negativo una nueva relevancia y refuerza, durante los años 30 del siglo pasado, en su función como medio efectivo de propaganda. En el desarrollo de la guerra civil española, dentro de aquel áspero contexto internacional de entreguerras y enfrentamientos ideológicos, se asiste a una movilización del mundo intelectual en sus planteamientos y métodos.

Por supuesto el cine no podía mantenerse alejado del uso propagandístico que prende en las artes. La película que analizaremos dentro de esta sección encaja perfectamente en la gran movilización intelectual dada a favor de una determinada causa ideológica: en este caso en defensa de la segunda república española. Mientras en Hollywood se rodaba, en 1938, una visión matizada de la  lejana guerra civil estadounidense, la de secesión, a través de la oscarizada Lo que el viento se llevó, en España el equipo de rodaje iniciaba los preparativos para filmar, sin ningún distanciamiento histórico e inmersos en plena confrontación bélica, Sierra de Teruel, proyecto que quedará inconcluso y será censurado, hecho que determinará que esta obra permaneciera en un prolongado y largo olvido.
Gracias a los trabajos y estudios de Denis Marion, Jean Lacouture y Max Aub, entre otros, podemos conocer actualmente algunas de las claves que explicarían como transcurrió la producción, en paralelo a los hechos narrados, de Sierra de Teruel.  Desafortunadamente no existe, o no se ha encontrado aún, el negativo original de la película, permitiendo el disfrute de esta obra dos copias que se hicieron del original. Por un lado se hizo una copia, actualmente desaparecida, que sirvió para hacer en Francia un duplicado en el año 1944 (base de los posteriores metrajes distribuidos). A su vez, y gracias a las oportunas gestiones que hizo el propio director, Malraux, con la embajada norteamericana, durante el desarrollo de la segunda guerra mundial, se conservó en Washington otro negativo entregado al director de la Library of Congress. Esta copia ha servido para comprobar que mantiene con mayor fidelidad el montaje defendido por su propio realizador como lo demuestra, por ejemplo, la rotulación del título como: “Sierra de Teruel”. En 1947 se estrenó en EE.UU. con el título de Man's Hope, sin alcanzar una distribución y éxito importantes en las salas de cine de un país que ya olía a caza brujas.
El gobierno republicano en España decidió dar su apoyo económico a este proyecto cinematográfico que mostraría en las salas de cine internacionales la heroica defensa de la segunda república y la necesidad de contar con más recursos y ayuda por parte de aquellas potencias que no desearan el triunfo del franquismo. Esta coproducción hispano-francesa, la única experiencia fílmica de André Malraux, se rodó en el transcurso de la Guerra Civil española y narra cómo se viven en el bando republicano algunos sucesos ocurridos durante dos días del año 1937. El rodaje comenzó en el verano de 1938 y se detuvo a principios del año siguiente después de la entrada de las tropas franquistas en la ciudad condal, teniendo que abandonar el equipo de rodaje la producción sin poder terminar de rodar algunas secuencias enteras y varios planos. Hasta este momento los costes fueron sufragados por la Subsecretaría de Propaganda de la República Española; la caída de la república transformó este film en una coproducción hispano-francesa, al no poder recaudar el gobierno republicano en el exilio los fondos suficientes para mantener el pago de los costes de realización.
La rendición de Barcelona y la consiguiente huida a Francia del equipo determinan que la fase de postproducción pase a París y el revelado se realice en los laboratorios parisinos Pathé. Sin embargo, y pese a que se pudo finalizar su montaje en julio de 1939, en aquellas fechas la premisa inicial que justificaba el rodaje de Sierra de Teruel quedó desbaratada: ya no era tan urgente mostrar la caída de un gobierno  derrotado como prevenir las consecuencias de la inminente segunda guerra mundial.

La feroz ocupación de Francia por el ejército alemán derrumbó, al igual que sucedió en España tras la victoria del régimen franquista, todos los planes de la distribución y estreno, aplazado hasta 1945, derrotado ya el III Reich. Pese al infinito deseo de las tropas alemanas de impedir la proyección de Sierra de Teruel  los planes para destruir el negativo original y todas las copias existentes quedaron incompletos al salvarse, por despiste o intencionadamente, un negativo guardado en la caja de otra película.
Gracias a este hecho se conservó milagrosamente en los laboratorios Pathé esta producción que tuvo una complicada existencia antes de poder ser presentada. Finalizada la guerra se pudo preparar el ansiado estreno a pesar de las modificaciones y  manipulaciones sufridas: en el título, en los créditos, en el corte de 100 metros que sufrirá el final de la película, en la sincronización entre imagen y sonido,..
Al cambiar los tiempos este estreno no tenía ya el mismo significado y por ello se justificaban, según se defendió en aquel momento, las alteraciones mencionadas en aras de una mayor funcionalidad. Malraux no intervino en un estreno que no respetó su deseo de de no rotular la película con el mismo título que su novela; el escritor francés había defendido una desvinculación entre ambas obras y defendió que no quería rodar una adaptación sin más de su novela sino narrar en un lenguaje diferente uno de los episodios incluidos en el libro. Sin embargo cuando se estrenó apreció bajo el título de Espoir, sin el artículo, para evitar, seguramente, problemas de derechos con propio autor.
Pese al escaso éxito de público que tuvo Sierra de Teruel en su estreno consiguió ser galardonada con el premio Louis Delluc en 1945. Posteriormente, en la década de los años 60, aumentó su reconocimiento e importancia como obra de arte única e imprescindible -en 1965 se proyectó en el Festival de Venecia-. En España la primera proyección se postergó hasta 1977, finalizada ya la dictadura franquista.

         
André Malraux (1901-1976), en palabras del historiador y periodista francés Lacouture, “percibió la guerra española como un campo de batalla entre el pueblo y el fascismo y se implicó a fondo en la defensa de la república”. Malraux además de escritor, viajero y político francés traspasó los límites de su época y vivió como si su vida misma fuera un rodaje. Fue detenido en Camboya por intentar sustraer varios relieves de arte; fundó un diario crítico con el sistema colonial de la época; se opuso a las profundas desigualdades que sufría la población colonizada y recogió de todos sus viajes abundante material para introducirlo en sus novelas.

Llegó a España para defender la causa republicana y organizó escuadrillas de ataque que realizaban misiones aéreas y atacaban las posiciones sublevadas. Al año siguiente continuó defendiendo la causa republicana mediante labores de propaganda y recaudación de fondos. Al acabar la guerra civil fue hecho prisionero de un campo de concentración del que huyó para organizar, nuevamente, la resistencia contra el enemigo fascista, esta vez apoderándose de su propio país. Terminada la ocupación francesa De Gaulle lo nombró Ministro de Información y se encargó de gestionar, entre otras tareas, la política cinematográfica de Francia aunque no intervino, como hemos mencionado, en la distribución de Sierra de Teruel -Espoir-.
La película contó con la colaboración de Max Aub (1903-1972) como coguionista, ayudante de dirección y en labores de traductor al español. Alemán de origen y educado en Francia y España, fue codirector de esta aventura cinematográfica. Comenzó a despuntar como escritor dentro de las vanguardias de la ilustre generación del  27. En 1936 es nombrado agregado cultural de la embajada española en París, trabajando al lado del embajador Luis Araquistáin. Encargó a Pablo Picasso, con el respaldo del gobierno republicano español, el Guernica, otro de los grandes símbolos de propaganda a favor de la II República en el extranjero. Huyó, a finales de enero de 1939, hacia el exilio francés. Posteriormente en Méjico mantuvo una inmensa actividad cultural que aportó a su literatura una fuerza moral situada por encima de sus propias raíces y herencia cultural.
El cineasta Victor Erice ha afirmado, al destacar la importancia de Sierra de Teruel, que estamos ante “un título clásico, pero no es una obra clásica si nos referimos a sus propuestas estéticas (...) es una referencia ineludible, no conocida, evidentemente, por el estado en que está hoy en España el cine, la televisión y la memoria de la Guerra Civil”. Añade además que esta “creación atípica” conforma una síntesis entre documental y ficción que “se anticipa a los rasgos del neorrealismo italiano, con actores profesionales y otro que no lo son”.
Como película “coral” se acerca aun acontecimiento histórico, que transcurre en paralelo al mismo rodaje, con una gran libertad artística. En sus poco más de 70 minutos de metraje asistimos al transcurrir diario de unos personajes que no son "protagonistas” sino más bien extras al ser ellos mismos habitantes de las poblaciones de Teruel, Alcañiz y otros lugares de la zona. El realismo puebla “Sierra de Teruel” y nos acerca a la dura realidad de los combatientes y sus familias en el bando republicano.
Al igual que parte de la novela L’espoir, el argumento de esta película se sitúa en el frente del Ebro y la ofensiva que prepara el bando republicano para desestabilizar al frente “fascista”, según terminología usada entre los personajes. Al comienzo se nos muestra el desenlace trágico de un ataque aéreo y la muerte de un piloto brigadista en combate. Desde el inicio Malraux, conocedor de la realidad del ejército republicano, refleja la urgencia de ayudar a la causa republicana para evitar el triunfo del autoritarismo. En los primeros minutos vamos conociendo algunos datos convergentes que van centrando al espectador en la trama. Las referencias a la falta de armamento y lo obsoleto del existente en el bando republicano se contraponen con el heroísmo de los combatientes entregados al ideal de defender la libertad contra los enemigos de esta. La camaradería de los comités del Frente Popular pretende mostrar lo necesario y urgente que es ayudar a un pueblo en desventaja que está a punto de perder la esperanza.
Sierra de Teruel se adentra en la narración, a modo de pequeña “epopeya”, de la lucha entre un foco de combatientes del frente aragonés y muestra la cooperación entre estos y los brigadistas internacionales. La trama, sin llegar a la categoría de un documental de la batalla de Teruel, presenta la escasez de medios y armamento en el lado republicano y la necesidad de enviar urgentemente ayuda a aquellos que luchan contra los sublevados.
En algunas escenas se hace referencia a la escasez de medios presenta previamente en la sublevación de Asturias, resuelta con la imaginación y el convencimiento de defender la dignidad humana. Sin embargo la mirada de Malraux presenta cierto laconismo al mostrar a unos soldados más convencidos de la victoria moral que del triunfo real. Algunos diálogos resumen la esencia del film, como el que mantienen un grupo de soldados en un barrancón:

- ¿De qué partido eres?
- Independiente, camarada, siempre independiente.
- ¿Y tú Muñoz? (Eres) socialista.
- Ante todo era pacifista.

Estos soldados son, efectivamente, la voz del realizador, de aquellos que están luchando por cambiar el rumbo de la Historia y frenar, desde la conciencia, la llegada del horror. En manos de Malraux estos luchadores, nacionales e internacionales, son capaces de comprender la necesidad de ayudar y contraponen la independencia o  el pacifismo, en un deseo de conseguir creerse que “a pesar de todo podemos con ellos”. A partir de esta presentación de intenciones la película se centra en la posterior misión de bombardear un hipotético puente que servirá para defender posiciones en el bando republicano. Todas las muertes tendrán un sentido pleno si se antepone el drama personal al éxito de lo colectivo. La sangre derramada será transforma en una metáfora moral sobre la necesidad de prestar ayuda a un ética que agoniza.
En una de las secuencias más largas de la película se prepara la misión y bombardeo del puente. Para su éxito es necesario aunar fuerzas y voluntades: el comandante encargado del coordinar las operaciones militares se reúne con diferentes autoridades de los núcleos de población más cercanos. Pide ayuda desesperadamente y se verá sorprendido al comprobar que pese a la falta total de armamento y refuerzos, por culpa del tratado de no intervención, la solidaridad entre todos permite soñar con lograr el triunfo final. Cuando el avión que tiene que realizar el bombardeo del puente despega, en la oscuridad de la noche, para prevenir el ataque de los cazas enemigos, se produce lo inesperado; en ese momento se han reunido y sumado todos los coches y focos posibles, más de los imaginados, para dar luz y fuerza moral a los soldados que emprenden la misión. Una vez más el convencimiento moral está por encima de los medios disponibles.
Al final el objetivo se cumple pero el avión republicano, en inferioridad, recibe varios impactos que le hacen estrellarse en la misma sierra que nos ha acompañado a lo largo de la película. El rescate se convierte en una prueba más de la férrea, e idealizada unión, de la moral republicana. La secuencia final refuerza la necesidad de reflexionar sobre todo lo rodado. Cuando se vuelve a pedir ayuda para otra misión, esta vez ayudar a bajar a los heridos de la zona del accidente, el pueblo se vuelca formando una cadena humana. Dos personajes dialogan y se posicionan sobre las esperanzas de este último esfuerzo. Un niño se plantea lo estéril de seguir perdiendo fuerzas en hacer algo que es inútil y manifiesta su intención de no ir a ayudar en las tareas de rescate. La réplica a esta actitud viene dada por un anciano que le reprocha su visión de la situación. Lo último que debe perderse es la esperanza y en caso de que esta desaparezca por lo menos se debe ser respetuoso con el ideal defendido:

- Hay que hacer algo útil ¿qué puedes por un muerto?
- Darle las gracias.
               
En un ataúd, con una ametralladora atada a un burro, se percibe en las escenas finales la derrota de un ejército. Esta despedida a los muertos y heridos, con un pueblo movilizado y andando con dificultades entre monte, nos acerca al propio exilio español y la cercana muerte de la republica. Con los puños en alta, el sol iluminando los rostros tras los nubarrones y los buitres presentes en las proximidades cierra Malraux, a pesar de los mencionados cortes que tiene la película, su aproximación a nuestra última guerra civil. Lógicamente el olor a muerte, a pesar del éxito de la misión, sabe más a despedida que a encuentro con la victoria.

En la última escena vemos como un pueblo en forma de “S”, de Sierra, se une para acompañar a los héroes de la última misión. La película termina así, de forma cíclica, como un nuevo homenaje a los que lucharon desde el aire para frenar la victoria rebelde, en recuerdo  de esa aviación que tanto añoraba Malraux.
Sierra de Teruel sigue siendo, aún, una película que no ha ocupado el espacio que le corresponde. Esperemos que este artículo sirva para seguir contribuyendo a sumar esfuerzos por defender nuestro pasado histórico y sus textos fílmicos.

 


 

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ISSN 1988-8848