ISABEL LA CATÓLICA
CUATRO CONSTRUCCIONES DE
ISABEL I DE CASTILLA EN EL CINE

Isabella the Catholic
Isabella I of Castile’s in Cinema: four portrayals

Grad. María Ramos Megías
Historiadora
Granada

Recibido el 24 de Marzo de 2016
Aceptado el 12 de Abril de 2016

 

Resumen.El reinado de Isabel I de Castilla, la Católica, marcó el inicio del periodo Moderno en España. Su figura siempre ha destacado en los libros por ostentar un papel protagonista, pero este hecho supone una diferencia abismal en lo que a la construcción del personaje en el cine se refiere, pues no será hasta el 2011 cuando veamos a Isabel abandonar su característico papel secundario. Por otra parte, un factor a tener en cuenta será la forma de representar tanto a la reina como al periodo durante el Primer Franquismo, hecho que marcará el patrón a la hora de construir el personaje en etapas posteriores.
Palabras clave. Isabel la Católica, Historia de España, Cine, Representación, Construcción, Cine e Historia, Cine biográfico.

Abstract. The reign of Isabella I of Castile, the Catholic, marked the beginning of the Modern period in Spain. In narrative history, her personage has always stood out for her leadership capacity. Nevertheless, different Isabella’s portrayals have been constructed in film, and only after 2011 did Isabella abandon her characteristic secondary role. On the other hand, the depiction of the Queen during the early Francoist period in Spain defined some patterns of her cinematic character that lasted for a long time.
Keywords. Isabella I of Castile, History of Spain, Cinema, Representation, Construction, Cinema and History, Biographical Cinema.


 

La eterna secundaria

Ira Nadel, en Biography: Fiction, Fact and Form (1984), habla de cómo los hechos por sí mismos no pueden explicar la configuración que constituye una vida. En lo que se refiere a la vida de Isabel de Castilla, en líneas muy generales, la “oficialidad” establece que nacería en Madrigal de las Altas Torres un 22 de abril de 1451 y moriría en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504. De esos cincuenta y tres años de vida, afrontó el gobierno durante treinta, situándose al frente del trono del reino de Castilla. El periodo transcurrido desde su infancia hasta su coronación tuvo lugar en un territorio convulso, en el que el poder regio estaba coartado por los intereses y el poder nobiliarios, y la cuestión sucesoria era un debate con numerosos frentes abiertos.

En 1469 contrajo matrimonio con Fernando de Aragón, un matrimonio de Estado permitido por una bula papal -pues ambos eran primos-, que reforzaba la situación de dos reinos económicamente debilitados por las constantes guerras que asolaban Europa y el mismo territorio peninsular.

Su reinado estuvo marcado por esas luchas internas, y a su vez sería el que marcase nuevas etapas en la Historia de España, como el fin del Reino Nazarí de Granada tras la llamada “Reconquista”, la expulsión de los judíos y los musulmanes, la reforma de la Iglesia, la institución de la Inquisición y el descubrimiento de América, a partir del cual daría comienzo el llamado “Imperio” español, junto con el fortalecimiento económico de la Corona y unas políticas matrimoniales que “colocaron” a la descendencia de la reina en los tronos de las principales potencias europeas del momento.

Esta breve semblanza ha sido reflejada y extensamente desarrollada, e incluso podríamos atrevernos a decir que prácticamente todo está escrito en lo que a Isabel se refiere: desde las numerosas obras que emprenden un recorrido por todas las vicisitudes de la época en la que vivió y gobernó, pasando por catálogos e inventarios que recogen todas sus pertenencias y llegando finalmente a un enorme corpus compuesto por una ingente cantidad de biografías sobre el personaje. Pero es precisamente en este punto donde vuelvo a hacerme eco de las palabras de Ira Nadel, pues muchas de las mencionadas biografías diluyen a su biografiada en una amalgama de hechos y fechas, convirtiéndose en relatos que se centran más en el periodo en el que vivió y que pueden llegar a relegar a la supuesta protagonista al papel de una mera testigo del mismo.

Moviéndonos ahora hacia el terreno del cine, podríamos decir que el patrón que el mismo ha seguido a la hora de representar la figura de la Reina Católica es bastante similar al marcado por los libros, aunque en este caso destaca sobremanera la deformación que se produce en el discurso a raíz del contexto imperante en cada momento -y que hace que la dimensión de manifestación cultural del cine brille con luz propia-.

Un ejemplo de ello lo constituyen las películas de producción española en las que se han construido el personaje y el periodo de Isabel: durante la época que comprende el Primer Franquismo, encontramos un número abrumador de películas que recurrieron a esta temática, con una secuencia en taquilla de prácticamente “película por año”: El Doncel de la Reina de Eusebio Fernández Ardavín (1946), Fuenteovejuna de Antonio Román (1947), Locura de Amor de Juan de Orduña (1948), Alba de América (1951), del mismo director, y Catalina de Inglaterra de Arturo Ruiz Castillo (1951). Estas producciones van a centrarse en llevar a la gran pantalla la biografía de grandes personajes que al mismo tiempo representarán una especie de alegoría del Régimen; pero cabría destacar que Isabel no estuvo entre los biografiados, relegándose su papel de nuevo a un segundo plano.

Tras el Primer Franquismo la producción de películas que aluden al “Siglo de Oro” se centra sobre todo en llevar a la pantalla los clásicos literarios de este periodo: La muerte se llama Myriam de Eugenio Martín (1965), La Celestina de César Ardavín (1968) y Fuenteovejuna de Juan Guerrero Zamora (1969). La escasa presencia de personajes históricos como tales va a llevar aparejada la casi total desaparición de las alusiones al Régimen que veíamos en el periodo anterior -ya que éstas aparecían personificadas en los protagonistas-, por lo que Isabel y su reinado van a utilizarse como el mero “marcador” de un contexto cronológico.

Una vez muerto el dictador y durante la etapa de la Transición democrática, las películas sobre Historia se centraron en los acontecimientos más recientes -sobre todo en reflejar los horrores de la posguerra-, por lo que solamente encontramos dos producciones en las que aparece de nuevo la secundaria Isabel, aunque esta vez de una forma caricaturizada, hecho que claramente supone un esfuerzo por desmontar los mitos creados por la dictadura: Cristóbal Colón, de oficio… Descubridor de Mariano Ozores (1982) y Juana la Loca… De vez en cuando de José Ramón Larraz (1983).

Pasando por último a la década de los noventa y al principio del siglo XXI en los dos mil, podría decirse que encontraremos producciones que mezclen ambas pautas generales -por una parte el personaje histórico como testigo de contextualización de la trama principal y por otra, el cine biográfico- bajo títulos que vieron la luz en este momento. En primer lugar, y representando la tendencia que utiliza el periodo histórico como marco de desarrollo de la trama principal, tendríamos La marrana de José Luís Cuerda (1992) y de nuevo La Celestina de Gerardo Vera (1995). En segundo lugar, encontraremos dos películas que sí van a centrarse en el personaje histórico y que pertenecen al género del cine biográfico, como fueron La reina Isabel en persona de Rafael Gordon (1999) (1) y Juana la Loca de Vicente Aranda (2001).

Como se puede apreciar, la figura de Isabel de Castilla prácticamente se diluye en los relatos cinematográficos sobre su propio periodo histórico y no será hasta el año 2011 -con la aparición de la serie Isabel (Jordi Frade y Oriol Ferrer)- cuando la veamos ostentar un papel protagonista. Sin embargo, si bien es cierto que sus apariciones en el cine hasta la mencionada fecha pueden calificarse como “fugaces”, podríamos decir que el personaje no solamente ha mantenido la función de “marcador cronológico” -como he expuesto en reiteradas ocasiones- pues las diferentes formas de construir a Isabel también marcan cuatro épocas diferentes con sus correspondientes discursos sociales.

 

El cine franquista: Alba de América, Juan de Orduña (1951)

Uno de los grandes pilares para el mantenimiento de los regímenes autoritarios fue la propaganda, la cual encontró en la imagen -y concretamente en el cine- su medio natural. Como he mencionado anteriormente, durante las primeras décadas del franquismo, se produjo una auténtica oleada de “cine histórico” -o “sobre Historia”- en un intento de rememorar un “glorioso” pasado nacional y hacerlo extensible a aquel presente -también “glorioso” bajo el peculiar punto de vista de la dictadura-. En el caso de Alba de América, la cinta va a estar plagada de alusiones, tanto a la Guerra Civil, como al propio Régimen; con un constante “bombardeo” de mensajes referidos a los valores que predicaba la dictadura -patria, valor, religión, belicismo, familia, etc.-. Será en este clima dónde Juan de Orduña nos presente su visión de Isabel, una mujer joven, etérea, dulce y religiosa; a caballo entre la perfecta esposa que sabe dónde reside su lugar y lo que prácticamente podría ser una obra de imaginería.

La actriz que dio vida a esta Isabel fue Amparo Rivelles, que en aquel momento tenía veintiséis años, por lo que su imagen distaría mucho de la que presentaría la reina a sus cuarenta y un años en el momento del Descubrimiento; pero este factor refuerza esa idealización del personaje que va a presentarse en la cinta, una Isabel construida y representada como el adalid de la santidad y que por tanto no sufre el paso de los años, ni cuenta con un reflejo físico del mismo -al igual que las numerosas imágenes religiosas que ocupan los altares-.


Amparo Rivelles (24 años) dando vida a Isabel la Católica.
www.hispanismo.org

Esta Isabel no hará gala en ningún momento de un poder de decisión real, dejando caer todas las decisiones y todo el peso del reino en Fernando -algo que dista bastante de realidad de la Reina Católica de la que rinden cuentas las fuentes primarias-. Ella va a dedicarse exclusivamente a las cuestiones espirituales y a la atención de los heridos en la Guerra de Granada, en lo que bien podría suponer una especie de revisión del arquetipo decimonónico de “ángel del hogar”, pero trasladado en este caso al plano bélico y revisado -y profundamente reinterpretado- por la ideología del Régimen. Por supuesto, tampoco podía faltar la faceta de divinidad de la reina, quizás lo más destacado de esta construcción del personaje en particular: es una especie de enviada de Dios cuya única misión es evangelizar las nuevas tierras -de las que se da a entender que ella, junto con Colón, ya es conocedora-.

Podría decirse que la Isabel de Juan de Orduña encarna a la perfección el ideario del Régimen sobre la mujer, diseñado por Falange Española y difundido por la Sección Femenina, hecho que no responde en ningún momento a los designios del azar. La Sección Femenina tomó a Isabel la Católica como un modelo a seguir, pero no por el hecho de ser una figura de poder, sino porque la construcción deformada del personaje incidía en su papel de madre, esposa, patriota y -sobre todo- católica. Esta construcción llevada a cabo por el Régimen, así como la asimilación del personaje al bando de los vencedores durante cuarenta años, hizo que en la época inmediatamente posterior existiese una aversión manifiesta hacia el mismo, siendo un ejemplo de ello las construcciones de Isabel realizadas en la década de los ochenta, como por ejemplo la que veremos a continuación.

 

Desmontando el mito: Cristóbal Colón, de oficio… Descubridor, Mariano Ozores (1982)

El fin de la dictadura franquista supuso un periodo de apertura a todos los niveles. En lo que se refiere al cine, podría decirse que esta apertura se refleja claramente en la ampliación del abanico temático, propiciada en su totalidad por la desaparición de la censura previa de guiones en febrero de 1976, y de la censura propiamente dicha en 1977 (Hueso 1998: 160). Este hecho también tuvo su reflejo en la representación de la historia en el cine, propiciándose una revisión de los relatos construidos hasta entonces y centrándose casi exclusivamente en la historia nacional.

En este contexto será donde vea la luz la Isabel de Mariano Ozores. El autor tuvo su etapa más prolífica durante el periodo comprendido entre el final de los sesenta y el principio de la década de los noventa. Según él mismo, influenciado por Frank Capra, Billy Wilder o John Ford (2), el director es famoso por sus numerosas comedias circunscritas dentro de los “subgéneros” conocidos como el landismo de los años sesenta y el destape.

La cinta, a nivel general, es una comedia en la que se narra la carrera de Colón hasta el momento del Descubrimiento. Realmente supone una caricatura del propio personaje, así como de los hechos acontecidos en el siglo XV; pero también una caricatura del momento presente, pues traslada el panorama político y social de los años de la Transición a la época de los Reyes Católicos, haciendo una analogía entre el reinado de los mismos y la dictadura franquista; hecho que a estas alturas ya nos resulta familiar: en efecto, podría decirse que en parte es la misma mecánica que se realizó durante el Régimen con ambos periodos, solo que en esta ocasión -y olvidando por un momento la vis comica- la analogía se realiza de forma crítica y sin alusiones de ningún tipo a un pasado glorioso, el cual se caricaturiza hasta el ridículo en un claro esfuerzo por derribar el mito construido durante el Franquismo.


El poder estatal y el poder eclesiástico: Fiorella Faltoyano en el papel de Isabel.
junto a un Fray Hernando de Talavera interpretado por Manolo Gómez Bur,
©Constan Films.

La Isabel de los ochenta, por tanto, será la antítesis de la Isabel de los cincuenta: lleva las riendas del reino, pero de una forma dictatorial -de hecho, en la cinta el personaje de Ia reina de Castilla es la personificación de Francisco Franco-. Es una Isabel codiciosa que únicamente mira por su propio beneficio, y además en esta ocasión, rara vez la veremos representada en su faceta espiritual, pues cuando se la representa, se hace a modo de caricatura y de forma negativa.

Pero quizás una de las cosas que más llama la atención de la construcción de Ozores sea la inversión de los roles de género en los personajes: Siempre se representa a Fernando desempeñando el papel de “mujer” concebido por la mentalidad machista no superada del momento. Debido a ello, la misma inversión de estos roles ya constituye per se una forma de caricaturización y un motivo de burla.

En definitiva, la Isabel de Ozores no es una construcción original ni innovadora, pues supone el negativo de la imagen de Isabel transmitida por el Régimen. Una némesis que no hace más que evidenciar que en estos momentos todavía pesaba el discurso pronunciado durante cuarenta años y que por lo tanto, la imagen franquista de Isabel era la que seguía vigente.

 

V Centenario: 1492: La conquista del paraíso, Ridley Scott (1992)

En el año 1992 se produjo el V centenario del Descubrimiento de América y entre las muy diversas conmemoraciones realizadas -destacando entre ellas la Exposición Universal celebrada en Sevilla-, podríamos decir que el mundo del cine internacional se sumó al hecho con el lanzamiento de varias producciones, pero no sería este el caso del cine “patrio”.

En el caso de la cinta de Ridley Scott, cabría destacar que contó con la participación del Ministerio de Cultura español y que, frente a las numerosas críticas recibidas, el director mantuvo en todo momento que él había intentado recrear una visión sobre el Descubrimiento que hiciese al espectador reflexionar y opinar sobre el tema una vez saliese de la sala de cine (3). Por este motivo, la construcción de Isabel que nos encontramos en la cinta de Scott es un intento de innovación con respecto a la imagen que el cine -sobre todo el de los cincuenta- había ofrecido sobre el personaje con anterioridad.

Isabel -de nuevo secundaria- se muestra como una heroína homóloga de Colón, desvinculada totalmente de la imagen de España que refleja la película: oscura, supersticiosa, fundamentalista y cruel; o dicho en otras palabras: la “España Negra”. Ella es la que lleva el peso del reino -de hecho Fernando apenas aparece- y la que se preocupa y se ocupa de todas las cuestiones referentes al gobierno a excepción en este caso de la cuestión espiritual, que a diferencia de las películas anteriores, no se refleja especialmente -ni para “bien” ni para “mal”-.


La visión de Isabel del director Ridely Scott, interpretada por Sigourney Weaver,©Gaumont.

El director pretende construir una Isabel humanizada, y parte de esa humanización vendrá dada por la “sexualización” del personaje, la cual se lleva a cabo a dos niveles: por una parte, a nivel físico, representando a la reina ataviada con vestidos de colores llamativos -fundamentalmente el color rojo-, escotados; y con el pelo suelto y rizado, transmitiendo la imagen de una mujer atractiva y de carácter indómito. Por otra parte, en el terreno más personal, se transmite una imagen de feminidad que nunca se había mostrado relacionada con la reina de Castilla -llegando incluso a insinuar que se siente sexualmente atraída por Colón, atracción que por otra parte es correspondida-.

En suma, podría decirse que dentro de las diferentes construcciones cinematográficas del personaje, la Isabel de Scott supone una transgresión -o mejor dicho, un inicio de la misma- que a pesar de salirse de la ortodoxia, se acerca más a la faceta de “mujer de Estado” que reflejan las crónicas que las cintas anteriores; pero en esta transgresión llevada a nivel global -en lo que corresponde a los personajes femeninos del cine de aventuras de los noventa- , su Isabel no deja de ser la repetición de un esquema: la compañera de aventuras del “héroe” protagonista que rompe con la imagen de “dama de época” y que sirve para crear una tensión sexual en pantalla.

 

Protagonista indiscutible: Isabel, Jordi Frade y Oriol Ferrer (2011-2014)

Llegamos a un siglo XXI en cuyas dos décadas de vida se ha configurado el “imperio” de las series de televisión. En el terreno de la ficción histórica -y particularmente a nivel de cine biográfico-, se ha producido una especie de resurgir del género y además, el metraje que ofrecen las series posibilita una construcción de los hechos y de los personajes mucho más detallada que la ofrecida por las películas, por lo que podríamos decir que la biografía histórica ha llegado a la televisión para quedarse: títulos como Los Tudor (Michael Hirst, 2007-2010), John Adams (Tom Hooper, 2008), o The White Queen (James Kent, 2010) rinden buena cuenta de ello. En España, la llegada de la serie Isabel supondrá un hito en este sentido, no únicamente por la apuesta en presupuesto de Televisión Española, sino que también por la exitosa acogida del público.

La construcción del personaje de Isabel la Católica en esta ficción supone la completa transgresión sobre las construcciones anteriores. La leyenda en el cartel promocional de la primera temporada: “La apasionante lucha de una mujer por llegar a ser reina”, pone de manifiesto la mirada contemporánea de la ficción, haciéndose eco de uno de los discursos sociales más relevantes de nuestro presente.


Cartel promocional de la primera temporada de la serie Isabel,
con Michelle Jenner interpretando a la reina de Castila
, ©TVE.

De forma global, y sin profundizar en las tres temporadas, nos encontramos con una Isabel totalmente humanizada y que desarrolla todas las facetas de su carácter, por lo que tenemos un personaje bastante complejo y además, por primera vez ella es la protagonista y no aparece ligada a la figura de Colón -hecho que como hemos podido observar, parecía una constante-. Se nos presenta a una mujer fuerte e inteligente que denuncia la situación de las mujeres en su época y al mismo tiempo a una reina que ejerce como tal. La cuestión de género va a abordarse tanto en el terreno personal -con constantes alusiones al papel de las mujeres dentro del matrimonio, con la desigualdad que conlleva-, como en el terreno institucional, denunciando las dificultades que pueden llegar a vivir las mujeres que ostentan puestos de poder en un mundo diseñado para el imperio de los hombres.

Respecto a la faceta religiosa, se la dibuja como una persona muy creyente -acorde con su época- pero que también duda y que en ocasiones sufre crisis de fe; huyendo de la imagen de mística proyectada y marcada a fuego durante décadas. La humanización y la vulnerabilidad del personaje no solamente va ser construida a través del carácter del mismo, sino que también asistimos a una evolución física. Se nos muestra un personaje al que afecta el paso del tiempo: envejece, sufre, enferma, ríe, llora… En definitiva, una mujer fuerte pero que al mismo tiempo siente y padece como cualquier persona, derribando de esta forma a la Isabel idealizada de los cincuenta que durante los ochenta fue demonizada.

En definitiva, la Isabel construida por Frade y Ferrer no es ni un emblema ni una heroína, sino todo lo contrario: la construcción de un ser humano que conecta con el espectador, debiendo al mismo tiempo esa conexión al hecho de que abandera un discurso actual.

 

A modo de conclusión

Sir Walter Scott dijo que para despertar cualquier tipo de interés, es necesario que el tema abordado sea traducido a los modos y al lenguaje de la época en la que vivimos (Scott 1900; en Rosenstone 2014: 166). Es una evidencia que las diferencias que encontramos en el terreno literario a la hora de tratar la figura de Isabel de Castilla vienen marcadas por las distintas tendencias historiográficas que se han ido sucediendo a lo largo del periodo contemporáneo -especialmente a partir de mediados del pasado siglo XX-, del mismo modo que resultan evidentes las diferencias entre los distintos discursos cinematográficos pronunciados sobre la figura de la reina.

Los cambios en el discurso cinematográfico sobre la Historia suponen un ejemplo de que el discurso fílmico, al igual que el histórico es hijo de su tiempo, por lo que supone un gran soporte historiográfico ya no solo en vistas al conocimiento del pasado, sino en vistas al conocimiento de cada presente.

Las construcciones del personaje, a pesar de no ser protagonista hasta el 2011, rinden buena cuenta de los cambios producidos en el discurso social de los diferentes “presentes” en los que se inscribe cada película. De esta forma, el simple hecho de que una figura de tal magnitud histórica como es la de Isabel de Castilla , quede relegada a un segundo plano y vinculada a la figura de Cristóbal Colón, o solo realice apariciones que inciden en su papel de madre, puede llevarnos a pensar que las bases de aquel discurso ofrecido por la Dictadura, así como su repetición durante cuarenta años y su influencia posterior, han contribuido a un desgaste de la temática que incluso acaba en un silencio cinematográfico de una década de duración -después de su aparición en Juana la Loca (Vicente Aranda, 2001), no volvemos a ver a Isabel en pantalla hasta la llegada de la serie en 2011-.

A través de estas páginas hemos conocido cuatro construcciones de Isabel de Castilla: La Isabel del Régimen, su némesis, su intento de transgresión y su versión feminista. Cuatro mujeres distintas que se corresponden con cuatro discursos de género que parten de cuatro “presentes” diferentes. Un hecho que pone de manifiesto el poder de las imágenes y la dimensión de manifestación cultural del medio cinematográfico, radicando su poder en la capacidad para convertirse en testigo de un momento determinado y al mismo tiempo reproducir el discurso de toda una época.

 

Notas

(1) La reina Isabel en persona (Rafael Gordon, 1999): Isabel es la protagonista, pero la película apenas fue difundida por lo que evidentemente no es conocida por el público. Como muestra de ello, a día de hoy es prácticamente imposible de encontrar, aunque su guión sí puede ser adquirido.

(2) Las influencias del Mariano Ozores a la hora de dirigir fueron expresadas por él mismo en una entrevista concedida en 2015 con motivo de la concesión del Goya Honorífico por la Academia:
http://www.muchocine.net/especiales/especial.php/106/Mariano-Ozores.

(3) Afirmación del director que pertenece a una entrevista y que ha sido recogida por el portal “blogdecine.com”: http://www.blogdecine.com/criticas/ridley-scott-1492-la-conquista-del-paraiso-la-ambicion.

 

Bibliografía

ALBA, R. (ed.), La Historia de España a través del Cine; Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, Madrid, 2007.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., “La España de los Reyes Católicos”, en Historia de España, TUÑÓN DE LARA, M., VALDEÓN, J. y SERRANO, S., Editorial Ámbito, Valladolid, 1999.

HUESO, A.L., El cine y el siglo XX; Editorial Ariel-Historia, Barcelona, 1998.

MAZA ZORRILLA, E., Miradas desde la Historia. Isabel la Católica en la España Contemporánea; Instituto de Historia de Simancas y Editorial Ámbito, Valladolid, 2006.

NADEL, I.B., Fiction, Fact and Form; Macmillan Publishers, Michigan, 1984.

ROSENSTONE, R.A., La Historia en el Cine; Editorial RIALP, Madrid, 2014.

UROZ, J. (ed.), Historia y Cine; Universidad de Alicante; Alicante, 1999.


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ISSN 1988-8848