CÉSAR JURADO

Miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas

 

Entrevista de Salvador Mateo Arias Romero y Juan Esteban Rodríguez Garrido

 

Recibido el 26 de Septiembre de 2013
Aceptado el 17 de Octubre de 2013


Plantearse José César Jurado Espinar es miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España. Doctor por la Universidad de Alcalá de Henares y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense. Actualmente es profesor de la Facultad de Educación en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Complutense y profesor de Teatro y Oratoria en la Licenciatura de Comunicación Audiovisual de la Fundación Felipe II, adscrita a la misma Universidad. También pertenece al Grupo Zanfonía, dedicado a la divulgación del teatro y la poesía de dicha Facultad. Siempre estuvo vinculado a los medios de comunicación. En calidad de locutor y guionista, trabajó para varias productoras como Filmanía, Dos Pasos Producciones y participó como colaborador en la serie emitida por A3, "Compañeros". Ha pronunciado numerosas conferencias en el ámbito de la literatura y el cine. Las últimas en el Centro Adelante, adscrito al Instituto Cervantes de Moscú en la ciudad de San Petersburgo, sobre las "claves de lecturas de Cervantes en el siglo XXI" y en el Aula Magna de la Facultad de Educación, sobre análisis de la imagen en el cine contemporáneo. Y en cualquier caso, siempre defendiendo la literatura y el cine como las fuerzas educadoras más importantes del siglo XXI.

-¿Cuándo y cómo surge tu pasión por el cine?

Empieza desde la infancia, cuando iba con verdadero frenesí a las dobles sesiones que proyectaban los cines de Sevilla y Sanlúcar, las dos ciudades donde, fundamentalmente, hacía mi vida. Yo entonces no era consciente de que estaba tan enamorado de algo que acabaría marcando mi vida profundamente, pues el cine es lo que más felicidad me procura en la vida. Sólo es comparable a la sensación que me produce estar leyendo un buen libro frente al mar. Más tarde, me vi reflejadísimo en la fabulosa Cinema Paradiso, de Tornatore, pues yo me sentía Totó, aunque me haya faltado llegar a triunfar como director de cine, como hizo él. Eso sí, he podido llegar a profesor de Literatura y Cine en la Universidad Complutense, algo de lo que me honro profundamente.

-Cuéntanos tu llegada a la Academia del Cine

Yo siempre quise estar aquí. Vine a Madrid con la intención de ser actor, y llegué a actuar a las órdenes de Luis Maluenda (siempre en papeles de galán), en el teatro del Círculo de Bellas Artes. Allí fue donde conocí a José Luis Borau, al que presenté algunos guiones que, por cierto, no le gustaron demasiado y rechazó en repetidas ocasiones. Mientras tanto, hice mi tesis sobre cine, realicé guiones para la serie Compañeros y escribí el libro La fragua del cine. Fue entonces cuando decidí presentarme para miembro de la Academia de Artes y Ciencias cinematográficas de España y pude entrar tras un proceso de selección que fue evaluado por una Comisión Permanente presidida, precisamente, por José Luis Borau. Así fue mi llegada a la Academia.

-¿Qué director español te ha marcado más?

Luis Buñuel, no puede ser otro. Considero que está entre los diez más grandes de todos los tiempos. Creo que le ha dado al cine categoría literaria y sociológica. Cualquiera de sus películas es de una profundidad de la que es imposible salir ileso. Siempre he considerado que la mejor película del cine español es Viridiana. Azcona decía que el cine es de una superficialidad difícilmente superable, pues bien, Buñuel, con su obra, desmiente absolutamente eso. Parece ser que hasta Woody Allen siente una gran admiración por él y que, incluso, quiso sacarlo en la famosa escena de Annie Hall en la que Marshall McLuhan se presenta en la cola de un cine para desmentir las teorías de un pretendido experto sobre el asunto.

-¿Qué actor o actriz te ha impresionado más?

Internacionalmente, Marlon Brando y, si hablamos de los españoles, Alfredo Landa y José Luis López Vázquez. Sin embargo, un actor tan venerado como Fernando Fernán Gómez no me ha gustado nunca demasiado, considero que aprendió a actuar cuando ya era muy mayor. No creo que fuera tan bueno como para merecer que un premio de interpretación lleve su nombre.

-Como profesor de Literatura y experto en cine, ¿podrías señalarnos alguna película que te parezca destacada por su especial valor didáctico?

Hay muchísimas. Yo destacaría El club de los poetas muertos, una película minusvalorada que, sin embargo, va desgranando de una manera maravillosa toda la poesía de Walt Whitman. Es una joya. No es nada fácil llevar la poesía al cine porque éste es un arte meramente narrativo, sin embargo, esta película lo consigue. También destacaría La pasión de los fuertes, de John Ford, especialmente esa escena en la que se recita a Shakespeare. Y hablo de la poesía que para mí es el arte supremo. A través de la escalera formada por los versos, uno baja a la cámara secreta de su conciencia, al cuartel general de tus emociones más íntimas.

-¿Sueles usar el visionado de películas como complemento a tus clases de literatura?

No, casi nunca. Hablamos más de didáctica, de técnicas didácticas y pedagógicas pero en esas clases no suelo hacer uso del cine.

-¿Cómo ves tú la politización del cine español que se viene produciendo en los últimos años? ¿Crees que el cine español se ha politizado en exceso?

Es un tema difícil. Está claro que el actual ministro no ha apostado por el cine español, al que parece que considera de escasa calidad. Se sabe que el dinero siempre se reparte considerando, entre otros criterios, la proximidad ideológica. Respecto al posicionamiento de directores y actores, yo creo que eso es inevitable. También pasa en Estados Unidos, con actores muy politizados y públicamente posicionados, como Sean Penn o Susan Sarandon, y nadie se echa las manos a la cabeza. De todas formas, la Academia es un sitio muy plural, donde hay desde personas del Opus, a afiliados a partidos de izquierdas. Respecto al presidente, es un hombre moderado y del que, incluso, desconozco sus tendencias políticas.

-¿Conoces algún caso de director o actor que haya sido marginado por sus tendencias políticas

? Sinceramente, no. Aunque está claro que a todos nos resultaría extraño, por ejemplo, ver a Bardem protagonizando una película de Garci.

-¿Nos podría hablar sobre el funcionamiento interno de la Academia? ¿Hay grupos de presión en la elección de los premios?

Somos alrededor de 52 miembros asociados. El resto son actores, directores, guionistas, montadores… hasta un total de, aproximadamente, unos 800 miembros. El sistema de votación es absolutamente libre. Jamás hemos tenido presiones en ningún sentido, ninguna coacción ni intentos de influir.

-¿Crees que suelen ganar las películas que más se lo merecen o las que más invierten en ello?

Siempre las que lo merecen. Por ejemplo, el año que ganó Pa negre yo no la había visto pero, cuando la vi, comprendí que era fabulosa y que mis compañeros, una vez más, no se habían equivocado.

-¿Suelen ganar las películas que tú has votado?

(Se lo piensa) Más bien no. O sí. Mmmm… La verdad es que no lo tengo claro. Yo diría que está al 50 %

-Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido con algún director o actor de renombre.

La mejor que recuerdo me pasó con Luís García Berlanga. Es realmente maravillosa. Él tenía que venir a hablar de cine a la Universidad, cuando me avisaron diciéndome que estaba en su casa todavía pues no había ido ningún coche a buscarle. Entonces yo decidí aprovechar la ocasión, me puse una gorra y, haciéndome pasar por un chófer, pasé a recogerle. De camino a la Universidad, paramos en una gasolinera para repostar y, estando parados, pasó por delante de nosotros una bellísima mujer con una minifalda que paraba el tráfico. Entonces yo, conocedor de aquella frase de Juan Manuel de Prada, escrita en su libro Coños, en la que reconocía “los hombres somos, en definitiva, perseguidores de coños”, se la recordé al maestro, que se mostró muy de acuerdo, y le propuse, como broma, seguir durante unos metros a la chica. Así lo hicimos hasta que se metió en un portal sin llegar a saber de nuestra existencia ni un solo momento. Ni nos miró. Entonces, Luis se giró y me dijo: “César, otro fracaso más” y, a continuación, pidió permiso para darme un abrazo. Así era Luis García Berlanga. Maravilloso, genial. Un maestro. .

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ISSN 1988-8848